Existía una costumbre consistente en llevar un trozo de ropa de alguna persona fallecida y a la cual se le tuvo mucho cariño y aprecio. Este trozo se puede coser a una prenda o llevarla dentro de alguna bolsita, atada alrededor del cuello
Lo simbólico de esta costumbre está basado en la idea de que el espíritu del recién fallecido protegerá a quien lo use de toda acechanza y mal. Es un detalle de respeto para con el difunto y un acto de devoción y amor.
La costumbre quizá tenga su origen en los ancianos que destrozaban la ropa de los muertos y le echaban tierra como muestra de pesar y dolor. Referencias a esta antigua costumbre se pueden hallar en:
Génesis 37, 29-34
Ezra 9, 3
Job 1, 20
Números: 14, 65
Mateo 26, 65
Actas 14, 14
La Nación Judía por D. P. Kidder.
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